¿Y si ya tenemos hijos?

La Sonrisa que Une
May 12, 2025Por La Sonrisa que Une

Cómo prepararlos (y prepararte) para la llegada de un menor acogido.


Cuando una familia se plantea acoger, una de las primeras preguntas suele ser:
"¿Cómo afectará esto a mis hijos biológicos?"

Es una preocupación legítima y necesaria. El acogimiento no es solo una decisión de adultos: es un proceso que transforma el día a día de toda la familia. Y aunque puede ser una experiencia enriquecedora, también requiere preparación, acompañamiento y una mirada atenta a lo que sienten todos los miembros de la casa, no solo quien llega.

 También se les tiene en cuenta

Durante el proceso de valoración para acoger, los equipos técnicos no solo entrevistan a los adultos. También hablan con los hijos e hijas de la familia.

✔ Se les visita en casa
✔ Se les explica (según su edad) qué significa acoger
✔ Se valora su disposición, su comprensión y cómo podrían vivir el proceso

La decisión de acoger no se toma sin ellos.
Y si hay señales de que el menor en acogida podría desestabilizar gravemente su bienestar, se detiene o se ajusta el proceso.

 Antes de que llegue: habla con honestidad

Contarles la verdad, con palabras que puedan entender, es el primer paso para construir confianza.
Diles por qué habéis decidido acoger, qué puede suponer para todos, y asegúrales que no van a perder su lugar ni tu atención.

No hace falta tener todas las respuestas. Lo importante es que sientan que pueden preguntar, sentir y participar.

 No les hagas responsables. A veces, sin darnos cuenta, esperamos que nuestros hijos “den ejemplo”, “sean pacientes” o incluso “ayuden” con el menor acogido.

Pero no son adultos, y aunque su papel puede ser hermoso y transformador, no les corresponde sostener el proceso.

Hazles partícipes si quieren, pero no les pongas sobre los hombros una responsabilidad emocional que no les toca.

 Durante la convivencia: valida lo que sienten.

El menor acogido no es el único que necesita adaptación.
Tus hijos también atraviesan emociones nuevas: celos, miedo, curiosidad, orgullo, incomodidad…

✔ No intentes corregir rápido
✔ No minimices ni moralices lo que sienten
✔ Escucha, valida y acompaña

Solo así aprenderán empatía real.

 Y si llega la despedida…

No les protejas ocultándola.
Prepara ese momento con anticipación. Dale palabras. Haz un ritual. Recoge recuerdos.

El dolor compartido, expresado, acompañado… no es trauma: es historia vivida con sentido.

 Lo que sembramos con ellos.

Tener hijos no es un impedimento para acoger.
Puede ser, si se hace con consciencia, una oportunidad preciosa de enseñarles lo que significa cuidar sin poseer.
Acompañar sin condiciones.
Y dar amor… aunque duela decir adiós.

💙 Porque proteger a la infancia tutelada también es cuidar a quienes les rodean.