background

Cuando cambiar de familia también puede doler

Mar 28, 2025Por La Sonrisa que Une
La Sonrisa que Une

Una mirada a la transición de acogimiento a adopción desde el respeto, el cuidado y el derecho a ser acompañado.

Cambiar de familia no siempre es un nuevo comienzo feliz. A veces, también es una despedida que duele.
Cuando un menor tutelado pasa de un acogimiento familiar o residencial a una adopción, lo hace con una mochila emocional llena: vínculos construidos, miedos, recuerdos, historias que no pueden simplemente cerrarse para empezar de cero.

El Protocolo de Transición de Acogimiento a Adopción impulsado por CORA y ASEAF, recoge de forma clara la necesidad de que este paso sea planificado, respetuoso y adaptado a las necesidades de cada menor. Este documento, avalado por expertos y por el trabajo de años en el sistema de protección, reconoce que la transición entre ambas medidas no es solo un trámite administrativo, sino un proceso emocional profundo que puede marcar la historia de vida del menor.

¿Qué entendemos por transición?

La transición no es solo el cambio de domicilio o de apellidos. Es el periodo que va desde que se toma la decisión de que un menor tutelado será adoptado, hasta que se incorpora definitivamente a su nueva familia.

Durante ese tiempo, es fundamental acompañar, preparar y sostener emocionalmente al menor. No se trata de "darlo en adopción", sino de ayudarle a entender lo que está ocurriendo, despedirse de las figuras significativas que ha tenido hasta ese momento, y construir un nuevo vínculo sin sentirse culpable, confundido o abandonado.

Una etapa crítica y altamente sensible

El protocolo lo deja claro: esta es una etapa de máxima vulnerabilidad. El menor puede vivirla con esperanza, pero también con miedo, tristeza o rechazo.
➡️ Puede sentir que está traicionando a su familia de acogida.
➡️ Puede sentirse forzado a olvidar o dejar atrás sus vínculos anteriores.
➡️ Puede no entender por qué, si estaba bien, tiene que marcharse.

Y todo esto ocurre en medio de un proceso en el que, muchas veces, los adultos toman decisiones sin explicaciones claras, sin tiempos adecuados y sin permitir que el menor participe o exprese lo que necesita.

El riesgo de que duela 

Cuando la transición no se hace bien ,cuando se hace rápido, sin preparación, sin acompañamiento o como un simple trámite, las consecuencias pueden ser graves:

  • Dificultades en la vinculación con la nueva familia.
  • Sentimiento de abandono por parte de la familia de acogida.
  • Aparición de problemas de conducta o regresiones.
  • Ruptura emocional difícil de reparar. 

Una transición cuidada puede marcar la diferencia

El protocolo insiste en que el cambio de familia debe adaptarse a cada menor, y que no hay una única forma correcta, pero sí muchas maneras equivocadas de hacerlo.

Algunas claves que recoge:
✔️ Preparar al menor desde el primer momento con explicaciones claras y adaptadas a su edad.
✔️ Involucrar tanto a la familia acogedora como a la adoptiva en un proceso colaborativo, emocionalmente responsable.
✔️ Asegurar una despedida respetuosa y con sentido.
✔️ Facilitar el acompañamiento profesional antes, durante y después.

Cambiar de familia puede ser parte del camino hacia una vida estable y segura. Pero nunca debería ser una ruptura traumática. Si cuidamos este proceso, si lo humanizamos, si lo miramos desde la perspectiva del menor, podemos convertirlo en una transición que construye, y no en una herida más.

En los próximos artículos, profundizaremos en cómo formar, preparar y acompañar a todas las personas implicadas en este proceso.

💙 Porque proteger nuestros menores tutelados también es cuidar sus transiciones.

📘 Con contenido trabajado a partir del Protocolo de Transición de Acogimiento a Adopción, elaborado por CORA y ASEAF.