Cuando decides acoger… y tu entorno no lo entiende (aún)

Apr 29, 2025Por La Sonrisa que Une
La Sonrisa que Une

Acoger no solo implica abrir tu hogar a un menor, sino también abrir conversaciones. A veces con personas cercanas que no comprenden del todo lo que significa esta decisión. Puede que lo digan con preocupación, con dudas o con cariño mal expresado. Pero sus palabras, aunque no lo parezcan, son una oportunidad para explicar, visibilizar y normalizar el acogimiento familiar.

Aquí te compartimos algunas respuestas sencillas y honestas para esas preguntas que muchas familias acogedoras escuchan... y que pueden remover por dentro.

"¿Y si os encariñáis demasiado?"

 Respuesta honesta: “Eso significa que lo estamos haciendo bien.”

Esta es una de las preguntas más comunes, y casi siempre nace del miedo: miedo al vínculo, miedo a la pérdida, miedo al sufrimiento. Pero el vínculo emocional no es un error del proceso de acogimiento, es su razón de ser.

Los menores tutelados necesitan experiencias afectivas sanas. Aprender que pueden confiar en los adultos. Saber que son dignos de cariño, incluso si no se quedan para siempre. Encariñarse es una señal de que se ha creado un vínculo, de que el menor ha recibido lo que necesita para empezar a reconstruir su historia con más seguridad.

Claro que dolerá cuando llegue la despedida, pero ese dolor es mucho más saludable que evitar querer para no sufrir. Lo que cura no es la distancia emocional, sino el amor incondicional, aunque sea temporal.

"¿No es mejor que esté con su familia biológica?"

Repuesta honesta: “Ese es el objetivo. Pero mientras tanto, necesita un entorno seguro.”

El acogimiento nunca pretende sustituir a la familia biológica, ni borrarla. Todo lo contrario. Siempre que sea posible y seguro, el objetivo es que el menor pueda volver con su familia de origen. Pero muchas veces, esa familia necesita tiempo para reconstruirse, y mientras tanto, el menor no puede esperar sin cuidados.

El acogimiento ofrece ese espacio de cuidado temporal. Y lo hace desde el respeto: a su historia, a su origen y a su proceso. Porque no se trata de elegir entre “una familia u otra”, sino de garantizar al menor un entorno estable mientras se trabaja en su bienestar a largo plazo.

"¿Qué pasa si luego se va?"

Respuesta honesta: “Sabemos que no es para siempre. Y aun así, merece todo nuestro amor mientras esté.”

Es cierto que el acogimiento puede ser temporal. No siempre sabes cuánto tiempo estará el menor contigo. Pero eso no significa que sea menos importante. No medimos el valor de un vínculo por su duración, sino por la huella que deja.

Durante ese tiempo —sean seis meses o tres años—, el menor puede experimentar lo que es un entorno predecible, una relación basada en la confianza, una familia que le cuida. Y eso puede marcar la diferencia en su vida.

Tú también te llevarás algo. Acoger enseña, transforma, remueve. Y sí, dolerá cuando llegue la despedida. Pero habrá valido la pena.

Normalizar el acogimiento empieza aquí

Respondiendo con tranquilidad, sin necesidad de convencer ni justificar. Solo mostrando lo que es: una forma de cuidar, de acompañar, de estar.

Cuanto más lo hablamos, más cerca estamos de que otras personas también se animen a informarse, a implicarse, o simplemente a mirar esta realidad con más empatía.

Porque sí, tu decisión puede ser el comienzo de muchas más.