Diferencias en la construcción del apego en función del entorno
El apego se forma a través de las relaciones cercanas, constantes y predecibles que un menor establece con sus cuidadores principales. Sin embargo, el entorno en el que crece puede influir de forma significativa en la calidad de ese apego y en su desarrollo emocional.
En esta serie de dos partes, abordamos cómo varía la construcción del apego según el entorno en el que se cría el menor, centrándonos en dos contextos clave:
- Menores en centros de acogida: Exploramos los desafíos que supone la institucionalización y cómo la rotación de cuidadores y la falta de vínculos exclusivos afectan la construcción del apego.
- Menores en acogimiento familiar: Analizamos el papel fundamental que desempeñan las familias de acogida en la reconstrucción de vínculos seguros y el desarrollo emocional de los menores.
Aunque ambos entornos buscan proteger y cuidar a los menores tutelados, las diferencias en la cotidianidad, la estabilidad y la calidad de las relaciones que se establecen pueden marcar un antes y un después en la forma en que estos menores se relacionan con el mundo.
Menores en centros de acogida: el desafío del apego en la institucionalización
¡No puedo más! He pasado la noche nervioso y con miedo, esperando hablar con José cuando nos vigila en el desayuno... ¡no ha venido! Justo ahora que había reunido las fuerzas para hablar.
Para muchos menores que viven en centros de acogida, la frustración, la incertidumbre y la desilusión forman parte de su día a día. Cuando quienes deberían ser sus referentes cambian constantemente o no están disponibles, la sensación de inseguridad se intensifica. La falta de vínculos estables en estos entornos puede afectar profundamente su desarrollo emocional y la forma en que construyen relaciones en el futuro.
A continuación vamos a explorar cómo la institucionalización desafía la construcción del apego y por qué es fundamental ofrecer a estos menores una atención emocional coherente y estable.
¿Cómo afecta crecer en un centro a la construcción del apego?
El apego se construye a través de relaciones cercanas, constantes y predecibles. En un entorno familiar, estas condiciones suelen darse de forma natural. Sin embargo, en un centro de acogida la dinámica es diferente:
- Cuidadores por turnos: Los menores pueden recibir cuidados de muchas personas distintas en un mismo día.
- Altos ratios de atención: Un educador suele atender a varios menores a la vez, dificultando la atención individualizada.
- Cambios frecuentes de personal: La rotación de profesionales interrumpe la formación de vínculos estables.
- Normas colectivas: Aunque necesarias, pueden restar espacio a las necesidades emocionales individuales.
Todos estos factores dificultan que los menores desarrollen un apego seguro, ya que no pueden contar con la figura constante que necesitan. Entre ellos, la rotación de cuidadores resulta especialmente determinante, ya que la relación continua con una figura estable es fundamental para la construcción del apego. Por eso, a continuación se aborda este aspecto con mayor profundidad.
Rotación de cuidadores y dificultad para establecer vínculos estables
Imagínate que cada vez que empiezas a confiar en alguien, esa persona cambia de turno, de centro o deja de trabajar allí. Para los menores, estas experiencias son frustrantes y desalentadoras.
Consecuencias frecuentes:
- Desconfianza generalizada: "¿Para qué acercarme si se irá pronto?"
- Indiferencia aparente: Para protegerse, algunos menores evitan establecer relaciones profundas.
- Comportamientos desafiantes: A veces, prueban los límites para comprobar si la relación con el cuidador es estable.
Un vínculo estable no se construye de un día para otro, y la rotación constante dificulta ese proceso fundamental.
Estrategias para minimizar el impacto emocional en estos menores
Aunque el entorno institucional tiene sus limitaciones, hay maneras de favorecer la estabilidad emocional:
- Asignación de referentes estables: Siempre que sea posible, designar a un profesional que acompañe al menor de forma continuada.
- Espacios de escucha individual: Crear momentos donde el menor se sienta escuchado sin interrupciones.
- Transiciones cuidadas: Preparar al menor antes de cambios de cuidadores o traslados, explicando lo que sucederá.
- Fomentar actividades personalizadas: Dedicar tiempo a conocer sus intereses para crear un vínculo positivo.
- Buscar alternativas familiares: Siempre que sea posible, priorizar el acogimiento familiar frente a la institucionalización.
La institucionalización, aunque necesaria en algunos casos, no sustituye la calidez de un entorno familiar estable. Minimizar la rotación de cuidadores, ofrecer acompañamiento emocional y buscar alternativas familiares son pasos clave para proteger el bienestar de los menores.
💙 El acogimiento familiar, en la mayoría de los casos, es la mejor terapia. Si quieres saber más sobre cómo puedes marcar la diferencia en la vida de un menor, sigue esta serie y acompáñanos en este viaje hacia el bienestar de los menores.