El derecho a aprender: educación para todos los niños y niñas

Jan 20, 2025Por La Sonrisa que Une
La Sonrisa que Une

Imagina a un niño abriendo un cuaderno en blanco por primera vez, listo para llenarlo de sueños, palabras y aprendizajes. Ahora imagina que ese cuaderno nunca se abre porque no tiene acceso a la educación, o que lo cierra demasiado pronto porque no cuenta con el apoyo necesario para continuar.

Para muchos niños y niñas que viven en centros de acogida, la educación es un derecho que parece inalcanzable o frágil. Aunque asisten a la escuela, el entorno en el que viven y los recursos limitados con los que cuentan dificultan su capacidad de aprender plenamente. Para los jóvenes extutelados, cumplir los 18 años significa enfrentarse a la vida adulta sin la estabilidad y el apoyo necesarios para continuar sus estudios superiores.

Derecho a la educación: lo que dice la Convención

La Convención sobre los Derechos del Niño reconoce que la educación es un derecho fundamental. Su Artículo 28 establece que todos los niños deben tener acceso a:

  • Educación primaria gratuita y accesible.
  • Educación secundaria para todos.
  • Enseñanza superior basada en las capacidades de cada niño.
  • Medidas para reducir las tasas de deserción escolar.

Por su parte, el Artículo 29 subraya que la educación no debe limitarse al aprendizaje académico, sino que debe fomentar:

  • Respeto por los derechos humanos.
  • Aprecio por la identidad cultural y la diversidad.
  • Habilidades para convivir en paz y cuidar el entorno.

Estos principios son universales, pero garantizar que se cumplan para los menores tutelados sigue siendo un desafío.

Los retos de los menores tutelados en su educación

Los niños y adolescentes que viven en centros de acogida enfrentan barreras específicas que dificultan su pleno acceso a la educación:

  • Entorno inestable: Los cambios frecuentes en su vida personal, como traslados entre centros o familias de acogida, pueden afectar su rendimiento y motivación.
  • Falta de apoyo personalizado: Aunque suelen recibir ayuda, no siempre cuentan con la orientación individualizada que necesitan para superar dificultades académicas o emocionales.
  • Estigmatización: Ser identificado como menor tutelado puede generar prejuicios que afectan su integración y participación en la comunidad escolar.
  • Limitaciones para estudios superiores: A los 18 años, los jóvenes extutelados pierden automáticamente el apoyo del sistema de protección, lo que complica su acceso a la universidad o a formación profesional avanzada.

Los desafíos a los que se enfrentan estos jóvenes

Para la mayoría de las personas, cumplir 18 años significa un momento de celebración y nuevas oportunidades. Sin embargo, para los jóvenes extutelados marca el inicio de una vida independiente, a menudo sin una red de apoyo sólida.

La falta de recursos económicos y emocionales les lleva, en muchos casos, a abandonar los estudios superiores o a no planteárselos siquiera como una opción viable. Esta realidad perpetúa un ciclo de vulnerabilidad que les priva de herramientas clave para construir un futuro mejor.

La educación como herramienta de transformación

La educación es mucho más que aprender en un aula: tiene el poder de cambiar vidas. Para los menores tutelados, puede:

  • Empoderar: Proporcionarles las herramientas necesarias para superar las adversidades y romper ciclos de exclusión.
  • Proteger: Ayudarles a desarrollar habilidades para la vida, como la toma de decisiones y la resiliencia.
  • Transformar: Abrirles las puertas a un futuro donde puedan ser los protagonistas de su propio destino.

Invertir en la educación de estos niños y niñas no es solo un deber ético, sino una inversión en una sociedad más justa y equitativa.

Un compromiso de todos

Garantizar el derecho a la educación de los menores tutelados requiere la colaboración de toda la sociedad. Algunas medidas fundamentales incluyen:

  • Apoyo específico: Programas educativos diseñados para reforzar su aprendizaje y ayudarles a alcanzar sus metas.
  • Recursos para extutelados: Becas, mentores y programas de acompañamiento que les permitan continuar sus estudios más allá de los 18 años.
  • Sensibilización: Romper los prejuicios hacia los menores tutelados y reconocer su potencial.

Abrir un cuaderno no debería depender de las circunstancias, sino ser un derecho garantizado para todos los niños y niñas. Porque cada página que escriben es un paso hacia un futuro lleno de posibilidades.