Escuchar a la infancia: el derecho a ser parte activa de su entorno

Feb 10, 2025Por La Sonrisa que Une
La Sonrisa que Une

Un grupo de niños debate acaloradamente en el patio de la escuela: ¿juegan al escondite o al fútbol? Se escuchan, negocian y, al final, encuentran una solución con la que todos están de acuerdo. Es un proceso natural para ellos, porque desde pequeños saben que sus opiniones importan cuando se trata de jugar. Pero, ¿qué pasa cuando se trata de decisiones más grandes? ¿Cuando lo que está en juego es su educación, su bienestar o su futuro?

En demasiadas ocasiones, las decisiones que afectan a los niños se toman sin preguntarles qué piensan o sienten. Se les protege, se les educa, pero no siempre se les escucha. Sin embargo, darles voz no solo fortalece su autoestima y autonomía, sino que también construye una sociedad más justa y empática. La Convención sobre los Derechos del Niño lo reconoce en los artículos 12 y 13, garantizando su derecho a participar en las decisiones que les afectan.

El derecho a la participación según la Convención

La Convención sobre los Derechos del Niño establece que la participación infantil es un pilar fundamental en la construcción de su identidad y ciudadanía:

  • Artículo 12: Todo niño tiene derecho a expresar libremente su opinión en los asuntos que le afectan, y estas deben ser tenidas en cuenta según su edad y madurez.
  • Artículo 13: Se reconoce su libertad de expresión, incluyendo el derecho a buscar, recibir y compartir información e ideas, siempre que respeten los derechos de los demás.

Estos artículos no son solo declaraciones simbólicas; son la base para tratar a los niños como sujetos de derechos, con capacidad de contribuir activamente a su propio bienestar y al de su entorno.

La participación transforma vidas

Cuando los niños tienen la oportunidad de expresarse y ser parte de las decisiones que les afectan, el impacto es profundo y duradero:

  • Fortalece su autoestima: Saber que su voz es escuchada les da confianza y sentido de pertenencia.
  • Fomenta la responsabilidad: Participar les enseña a tomar decisiones y a comprender sus consecuencias.
  • Desarrolla habilidades sociales: Expresar sus ideas les ayuda a mejorar su comunicación, empatía y capacidad de negociación.
  • Previene conflictos: Escuchar sus necesidades y perspectivas reduce tensiones y malentendidos, favoreciendo entornos más armoniosos.

Sin embargo, no todos los niños tienen las mismas oportunidades de participar. Para los menores tutelados, este derecho enfrenta barreras significativas.


Los realidad de los menores tutelados

Para los niños que viven en centros de acogida, ejercer su derecho a la participación es especialmente relevante, pero a menudo complicado:

  • Falta de espacios adecuados: en muchos casos, los niños no tienen la oportunidad de dar su opinión sobre cuestiones importantes de su vida, como cambios de centro o visitas familiares.
  • Prejuicios sobre su madurez: a menudo, se asume que no son lo suficientemente maduros para comprender lo que sucede a su alrededor, ignorando su capacidad de expresar sus emociones y necesidades.
  • Falta de recursos: no siempre hay profesionales capacitados para facilitar su participación de manera efectiva y respetuosa.

Darles voz no significa cederles toda la responsabilidad, sino incluirles en el proceso de toma de decisiones y validar su opinión en los aspectos que les afectan.

Participar no es un favor, es un derecho

Permitir que los niños participen no debería verse como un acto de generosidad, sino como un compromiso con su dignidad y su desarrollo como personas. Para hacerlo realidad, es fundamental:

  • Escucharles activamente: No basta con preguntarles su opinión, también hay que demostrarles que sus ideas importan.
  • Facilitar su expresión: Crear espacios seguros y métodos adaptados a su edad para que puedan comunicarse con libertad.
  • Incluirles en decisiones importantes: Desde su entorno educativo hasta su vida familiar y comunitaria, deben tener la oportunidad de opinar y ser parte de las soluciones.

En el caso de los menores tutelados, esto puede traducirse en algo tan simple como preguntarles cómo se sienten con su rutina diaria o darles la posibilidad de elegir entre diferentes opciones cuando se toman decisiones sobre su bienestar.

La responsabilidad de toda la sociedad

El derecho a la participación infantil no es solo un tema de derechos humanos, es una cuestión de justicia y equidad. Para garantizarlo, toda la sociedad debe comprometerse:

  • Educadores: Fomentando la participación en el aula y enseñando a los niños que sus ideas son valiosas.
  • Familias: Escuchando sus opiniones en casa y permitiéndoles tomar decisiones acordes a su edad.
  • Gobiernos y legisladores: Creando políticas que incluyan la perspectiva infantil en temas que les afectan.

Cuando los niños tienen voz, aprenden a confiar en sí mismos, a pensar críticamente y a asumir responsabilidades. Pero también nos enseñan a los adultos una nueva manera de ver el mundo. Escucharles no solo les beneficia a ellos, nos beneficia a todos.