Esperar para abrazar: cuándo un reencuentro enriquece al menor.

Aug 17, 2025Por La Sonrisa que Une
La Sonrisa que Une

Claves para comprender cuándo el reencuentro favorece la adaptación.

“¿Y no te da mucha pena cuando se vaya? ¡Yo no podría!”
Esta es, quizá, la pregunta que más veces escucha una familia de acogida.
Y la respuesta siempre es sincera: sí, duele, y mucho. Pero también hay una certeza más fuerte que cualquier emoción personal: el bienestar del menor está por encima de las ganas de volver a verle.

Por eso, el momento del reencuentro no lo marcan los adultos, sino el propio proceso de adaptación del menor a su nueva familia adoptiva.

La base de una transición positiva

Cuando un menor ha vivido en acogida con vínculos estables y seguros, llega a la adopción con una “mochila emocional” muy valiosa: sabe vincularse. Esa base previa es lo que en psicología del apego llamamos transición positiva con base de seguridad.

Por eso, que los indicadores de buena adaptación aparezcan pronto no significa olvido:

✔️ No quiere decir que deje de querer a su familia de acogida.
✔️ Significa que su energía emocional está invirtiéndose en afianzar el nuevo apego.
✔️ Esa es la mejor noticia: lo que vivió en acogida (seguridad, confianza, capacidad de vincularse) ahora se convierte en recurso para seguir adelante.

Indicadores de que la adaptación avanza bien.

Cuando estos signos empiezan a aparecer, es más probable que un reencuentro sea enriquecedor y no un retroceso:

1. Vínculo inicial con la familia adoptiva

  • Se deja consolar por ellos cuando llora o se frustra.
  • Busca su mirada o contacto físico en momentos de inseguridad.
  • Acepta rutinas básicas (comer, dormir) sin gran resistencia.

2. Disminución del duelo agudo

  • El llanto y las preguntas por la familia acogedora se hacen menos intensos y frecuentes.
  • Puede hablar de ellos con cariño sin desorganizarse emocionalmente.

3. Curiosidad y juego

  • Explora y juega en la nueva casa, muestra interés y alegría.
  • Se relaciona de forma espontánea con la familia adoptiva, no solo para cubrir necesidades.

4. Sueño y alimentación más regulados

  • Las alteraciones intensas (insomnio, terrores, rechazo a comer) van disminuyendo.
  • Señal de que su sistema nervioso se está adaptando al nuevo entorno.

5. Capacidad de integrar el relato

  • Escucha frases sencillas como: “La familia que te cuidó te quiso mucho, ahora tus papás te cuidan para siempre y pronto los volverás a ver" sin angustia excesiva.
  • El relato se sostiene sin provocar bloqueo ni desesperación.

Señales de que aún no es el momento

✔️ Llanto desgarrador y frecuente al nombrar a la familia acogedora.

✔️ Conductas regresivas persistentes (mutismo, mojar la cama, rechazo a comer).

✔️ Incapacidad de aceptar el consuelo de los adoptantes.

✔️ Pesadillas o terrores constantes ligados a la separación.

¿Qué puede hacer la familia adoptiva para propiciar la adaptación?

La adaptación no ocurre de manera automática. La familia adoptiva tiene un papel activo y fundamental en que el menor pueda avanzar hacia la seguridad:

  • Narrativa consistente y repetida: mensajes claros y cariñosos como “La familia que te cuidó te quiso con todo su corazón, ahora nosotros te cuidamos para siempre. 
  • Objetos de transición: una foto, mantita o peluche que lo conecte con su historia.
  • Cuentos o álbumes familiares: refuerzan que su pasado tiene un lugar y que la acogida no se borra.
  • Espacios simbólicos: aunque aún no haya fecha para el reencuentro, que el menor sepa que llegará le ayuda a no sentir que la familia acogedora “desapareció”.

La importancia de la preparación y la continuidad

Todo esto solo es posible si la transición entre acogida y adopción está preparada y acompañada por profesionales expertos en el tema. Una transición guiada, con tiempos adecuados y con acompañamiento en la fase preadoptiva, es lo que permite que los indicadores aparezcan y se consoliden.

Solo entonces la gran pregunta cobra sentido:
¿Qué señales nos ayudan a decidir el reencuentro?
La respuesta está en observar al menor, no en la prisa de los adultos.

Para seguir profundizando

En este blog ya hemos hablado de:

  • El Protocolo de Transición elaborado por CORA y ASEAF.
  • La importancia del acompañamiento en la fase preadoptiva.
  • Y de cómo los menores necesitan sentir que no han sido abandonados.

Este artículo se suma a esa mirada compartida: cada transición debe hacerse con cuidado, respeto y la certeza de que la prioridad siempre es la misma: el bienestar del menor.

Desde La Sonrisa que Une seguimos con nuestra misión de dar voz a todos los menores tutelados y visibilizar el acogimiento.
Porque no todas las transiciones se hacen con el cuidado que necesitan: muchas dejan huellas de dolor evitables. Nuestro compromiso es seguir trabajando para que cada adaptación sea un verdadero camino de seguridad y amor.