La separación y sus efectos en el apego infantil

Feb 14, 2025Por La Sonrisa que Une
La Sonrisa que Une

Me llamo Lucas. Recuerdo cuando estaba con mi mamá, pero un día vinieron unas personas a buscarme. No entendí por qué. Primero me llevaron a un lugar donde había muchos otros niños, no conocía a nadie y todo era diferente. Después me trasladaron a otro sitio, con más niños y otros adultos que me cuidaban, pero no era mi casa. Finalmente, llegué a una familia de acogida. Son amables conmigo, pero a veces me pregunto cuánto tiempo me quedaré aquí. ¿Y si un día me tengo que ir otra vez?

Para muchos menores tutelados, esta no es solo una historia, es su realidad. La separación de sus figuras de apego deja huellas invisibles que afectan su capacidad para confiar, sentirse seguros y formar relaciones estables. Pero, ¿cómo se manifiestan estas heridas? ¿Y es posible reconstruir el apego tras una ruptura?

El impacto de la separación en la seguridad emocional

Cuando un niño es separado de su familia, su mundo se tambalea. Aunque esa familia no siempre haya proporcionado seguridad o cuidados adecuados, sigue siendo su referencia, lo único que conoce. Incluso en situaciones difíciles, muchos niños mantienen un apego profundo hacia sus figuras familiares, porque el vínculo emocional no desaparece con la separación. La ruptura con ese entorno deja una huella que afecta su capacidad para confiar y sentirse seguros en el futuro.

 John Bowlby demostró que estas rupturas afectan profundamente la capacidad del niño para sentirse seguro y protegido.

La separación no solo provoca tristeza momentánea; puede desencadenar ansiedad, miedo y dificultades para establecer nuevas relaciones. Los niños pueden desarrollar una visión del mundo como un lugar impredecible y amenazante, donde el amor y la protección pueden desaparecer en cualquier momento.

¿Cómo se manifiesta la ruptura del apego en los niños tutelados?

Las consecuencias de la separación varían según la edad del niño, la duración del apego previo y las circunstancias de la ruptura. Sin embargo, hay algunos patrones comunes que podemos observar en muchos menores tutelados:

  • Ansiedad por separación: Temor excesivo a que las nuevas figuras de referencia también desaparezcan.
  • Dificultad para confiar: Les cuesta establecer nuevos vínculos afectivos por miedo a ser abandonados nuevamente.
  • Problemas de conducta: Rabietas, agresividad o retraimiento como forma de expresar su malestar emocional.
  • Regresión: Volver a comportamientos de etapas anteriores del desarrollo, como mojar la cama o chuparse el dedo.

Estas manifestaciones son la forma que tiene el niño de intentar lidiar con una pérdida que, en muchos casos, no comprende.

¿Se puede reconstruir el apego tras una separación?

La buena noticia es que sí, el apego puede repararse. Aunque las rupturas dejan huellas, los niños tienen una enorme capacidad de resiliencia. Lo más importante es que encuentren una nueva figura de referencia que les proporcione estabilidad, coherencia y afecto.

El acogimiento familiar juega un papel fundamental en este proceso. A través de la paciencia, la comprensión y el amor, los cuidadores pueden ayudar al menor a reconstruir su confianza en los adultos y en el mundo. El proceso no es inmediato, pero con el tiempo, muchos menores tutelados logran desarrollar vínculos seguros.

La separación de las figuras de apego puede tener consecuencias profundas en el desarrollo emocional de los menores tutelados. Sin embargo, con el apoyo adecuado, es posible reparar estas heridas y ayudarles a construir nuevos vínculos seguros.

💙 El acogimiento familiar, en la mayoría de los casos, es la mejor terapia. Si quieres saber más sobre cómo puedes marcar la diferencia en la vida de un menor, sigue esta serie y acompáñanos en este viaje hacia el bienestar infantil.