Preparar una despedida, acoger un nuevo comienzo.

La Sonrisa que Une
Apr 08, 2025Por La Sonrisa que Une

¿Alguna vez tuviste que decir adiós sin entender por qué?
O peor aún…
¿Sin que nadie te lo explicara?

Para muchos menores tutelados, la transición de una familia de acogida a una adoptiva significa mucho más que un cambio de hogar. Es una ruptura emocional. Es dejar atrás a las personas que han sido su referencia, su estabilidad, su afecto diario… y comenzar desde cero con quienes aún no conocen.
En este artículo abordamos la importancia de preparar emocionalmente esta transición, el papel de cada agente implicado y las consecuencias que puede tener hacerlo mal o no hacerlo.

La preparación: una responsabilidad compartida

El protocolo es claro: todas las partes deben estar preparadas antes de iniciar la transición. No basta con organizar fechas o trámites legales. La preparación emocional es esencial para proteger al menor.

Familia acogedora

  • Necesita acompañamiento profesional para comprender y elaborar el cierre de su rol.
  • Debe poder despedirse del menor de forma clara, amorosa y sin transmitir culpa.
  • Tiene derecho a expresar su dolor, pero sin cargar al menor con esa emoción.

Familia adoptiva

  • Necesita formación y apoyo para comprender que el vínculo no será inmediato.
  • Debe respetar los tiempos del menor, validar sus emociones y no forzar la cercanía.
  • Es fundamental que conozca y honre la historia de vida del menor, incluyendo su etapa de acogimiento.

El bebé, niña, niño o adolescente

  • Debe recibir información comprensible y adaptada a su edad.
  • Tiene derecho a despedirse, a expresar lo que siente, y a llevarse recuerdos de su etapa anterior.
  • Necesita continuidad emocional, y eso implica hablar abiertamente del cambio.

Preparar el entorno y cuidar los vínculos

La transición también debe contemplar otros aspectos importantes:

  • La historia de vida del menor: trabajarla con él ayuda a dar sentido al cambio.
  • Sus objetos personales: no es solo una maleta; es llevarse algo que le recuerde que su historia no empieza de cero.
  • La escuela y las rutinas: si es posible, mantener ciertos referentes puede suavizar el impacto.
  • Los hermanos, primos u otros vínculos afectivos: deben valorarse y mantenerse si aportan estabilidad emocional.

Cuando la preparación emocional no se hace bien…

No preparar bien esta transición tiene consecuencias. El menor puede sentir que todo lo vivido antes se borra, que debe olvidar a quienes fueron importantes, o que tiene que reprimir su dolor para “empezar bien”.

Esto puede provocar:

  • Confusión e inseguridad emocional.
  • Resistencia a vincularse con la nueva familia.
  • Aparición de conductas desafiantes o de retraimiento.
  • Dificultades futuras para confiar en los adultos.

Cada transición es una oportunidad para cuidar. Preparar la despedida y el nuevo comienzo no es solo un paso más: es un acto de profundo respeto hacia la historia del menor.

💙 Porque proteger a la infancia tutelada también es cuidar sus transiciones.


📘 Con contenido trabajado a partir del Protocolo de Transición de Acogimiento a Adopción, elaborado por CORA y ASEAF.